«Ser crítico reproductivista: cuando la crítica se vuelve espejo del conflicto», por Lic. Ariel Grabrielli

La paradoja de la crítica que repite lo que combate

La crítica cumple una función vital en toda democracia: señalar incoherencias, exponer hipocresías y exigir rendición de cuentas. Pero existe un gesto más sutil —y acaso más peligroso— que pasa inadvertido: criticar reproduciendo, con matices o en las formas, aquello mismo que se denuncia.

A esa práctica la llamo ser crítico reproductivista: el hábito de estimular, teatralizar o legitimar el mismo contenido que se proclama combatir. El resultado es paradójico: se refuerzan las fracturas en nombre de la unidad; se defiende la diversidad con discursos que excluyen; se invoca la no violencia mientras se normaliza la polarización y la violencia simbólica.

La teatralidad que compra causas

En tiempos de visibilidad instantánea, muchas posturas públicas se asemejan a disfraces: declaraciones solemnes, la foto, el hashtag… y luego el silencio o la contradicción en los hechos. El fenómeno del activismo performativo —cuando el gesto sustituye a la práctica— ha sido ampliamente documentado. Lo que se exhibe como compromiso puede convertirse en marketing moral, una escenografía de valores que termina reproduciendo las mismas desigualdades que pretende corregir. La causa se vuelve mercancía; la ética, una estrategia de imagen.

Diversidad que castiga la discrepancia

También se proclama “defendamos la diversidad”, pero el gesto se tuerce cuando la diversidad se vuelve decorativa y la disidencia interna es tratada como traición. Defender la pluralidad sin tolerar la diferencia de pensamiento reproduce la misma lógica excluyente que se busca cuestionar: uniformidad bajo la bandera de la diferencia.

En ese marco, la verdad se vuelve performativa y la comunidad se organiza en torno a identidades cerradas, antes que a prácticas deliberativas.

Cómo reconocer al reproductivista

  • Coherencia entre palabra y práctica: ¿qué acciones acompañan la denuncia?
  • Beneficio del gesto: ¿queda todo en la esfera simbólica o genera transformación real?
  • Propósito de la crítica: ¿invita al diálogo o busca viralidad?
  • Centralidad de la escucha: transformar la crítica en oportunidad de aprendizaje, no en instrumento de reafirmación identitaria.

Una ética de la coherencia

Ser crítico reproductivista no es un error ocasional: es un patrón cultural que atraviesa medios, redes, instituciones y actores políticos.

Superarlo implica no solo señalar hipocresías, sino evitar reproducirlas.

La tarea democrática exige una ética de la coherencia: ser radicales en la integridad y humildes ante la complejidad.

Solo entonces palabras como paz, diversidad o unidad podrán recuperar su fuerza transformadora y dejar de ser —una vez más— simples ecos de aquello que dicen derribar.

Lic. Ariel D. Gabrielli, Licenciado en Creatividad Educativa | Diseñador de Procesos Transformacionales | Agile Coach

Con más de dos décadas dedicadas al desarrollo humano y organizacional, Ariel Gabrielli combina creatividadneurociencia metodologías ágiles para acompañar procesos de innovación y cambio cultural. Certificado como Agile Coach, ha impulsado programas de liderazgo, coaching y gestión en diversas instituciones públicas y privadas. Su enfoque integra la educación creativa y la agilidad como motores de transformación personal y colectiva.