Buscan a una mujer y a su hija desaparecidas hace diez días

La desaparición de Marisa Pereyra, de 48 años, y de su hija Ángeles, de 4, mantiene en alerta a toda la ciudad de Mar del Plata desde hace más de diez días. Madre e hija salieron de su casa en el barrio Autódromo y desde entonces nadie volvió a verlas. La familia reclama respuestas urgentes y denuncia que la investigación avanza con demasiada lentitud.

La causa está en manos de la UFI Nº 5, a cargo del fiscal Alejandro Pellegrinelli, quien ordenó analizar cámaras de seguridad municipales y privadas para intentar reconstruir el recorrido que habrían hecho hasta la terminal de ómnibus. Una de las pistas sugiere que podrían haber viajado hacia San Miguel, en el noroeste del Gran Buenos Aires.

Según contó Miguel, hermano de Marisa, todavía no hay avances concretos. “La DDI está revisando más de 24 horas de grabaciones porque no sabemos en qué momento exacto habrían tomado el colectivo”, explicó. La denuncia se formalizó el 10 de noviembre, aunque el movimiento inicial ocurrió el día anterior: habrían salido temprano rumbo a la terminal.

La familia tomó conocimiento de la situación tres días después, cuando el dueño del departamento donde vivían avisó que una vecina no las veía desde el lunes. En el interior del domicilio no había desorden ni faltaban pertenencias, y Marisa hacía tiempo había dejado de usar su teléfono porque no funcionaba. “No tenía redes ni se manejaba con tecnología, pero hablábamos seguido”, contó Miguel.

En las últimas horas, surgió un dato clave: la DDI detectó dos pasajes de micro a nombre de Marisa, con destino a San Miguel, pagados en efectivo por unos 60 mil pesos cada uno. Ese detalle encendió las alarmas: “Marisa no tenía ese dinero”, insistió su hermano, lo que genera dudas sobre quién pagó los boletos y con qué fin.

La Justicia no descarta que la mujer haya viajado bajo una posible promesa de trabajo o que alguien pudiera haberla engañado. Pero todavía resta confirmar si madre e hija efectivamente subieron al colectivo. Los choferes colaboraron, aunque no pudieron reconocerlas. La línea tiene muchas paradas, lo que complica la reconstrucción del trayecto.

El entorno de Marisa también preocupa. Aunque es técnica radióloga, dejó de trabajar cuando nació su hija y en los últimos años enfrentó fuertes dificultades económicas. Su familia la ayudaba con alquiler, alimentos y gastos básicos. Además, según su hermano, atravesó un cuadro depresivo que la volvió más retraída y cautelosa. “No socializaba, no hablaba de su vida privada y era muy protectora con la nena”, relató.

Desesperados por la falta de novedades, los familiares realizaron una marcha frente a la Municipalidad de General Pueyrredón para pedir mayor difusión del caso. “Necesitamos saber si están bien. Si se fue por voluntad propia, que lo diga. Si no, que la Justicia actúe”, reclamó Miguel, quien pidió que las imágenes de ambas se viralicen.

Mientras tanto, la policía continúa analizando cámaras, tomando testimonios y revisando cada posible pista. La incertidumbre crece con el paso de los días, y la familia insiste: “Estamos desesperados. Necesitamos respuestas ya.”