Home De Autor «Entre la vida y el misterio», por Lucía Ferraro

«Entre la vida y el misterio», por Lucía Ferraro

"No sé si algún día tendremos todas las respuestas. Tal vez la gracia de estas experiencias sea justamente eso: recordarnos que somos parte de algo mucho más grande, más vasto y más inexplicable de lo que alcanzamos a imaginar".

Hay momentos en la vida en los que lo racional parece desmoronarse. Uno cree que todo tiene una explicación científica, lógica, previsible. Hasta que algo sucede y nos obliga a mirar más allá.

Recuerdo la primera vez que escuché a alguien contar, con voz temblorosa, que había visto una luz en el quirófano mientras los médicos intentaban reanimarlo. Él decía que no sintió miedo, que al contrario, se sintió abrazado por una calma imposible de describir. Lo llamaban “una experiencia cercana a la muerte”, pero a mí me resultaba más parecido a un mensaje, a una invitación a repensar cómo vivimos.

Con el tiempo, descubrí que no era un relato aislado. Personas muy distintas entre sí, algunas profundamente espirituales, otras absolutamente escépticas, me confiaron historias que escapaban a toda lógica: relojes que se detenían justo en el instante de la muerte de un ser querido, voces que susurraban advertencias que más tarde se confirmaban, sueños premonitorios que parecían abrir ventanas a un tiempo paralelo.

En lo personal, me ha tocado transitar situaciones límite. Una enfermedad de un ser querido, un accidente que podría haber sido fatal, la sensación de que “alguien” estaba ahí, sosteniendo el instante para que no se rompiera del todo. No sé si eran ángeles, guías, energías, el inconsciente o algo que ni siquiera podemos nombrar. Pero sé que estaba.

Quizás lo más revelador no es si podemos comprobarlo o no, sino lo que dejan esas experiencias en quienes las atraviesan: un profundo respeto por el misterio, una certeza de que la vida no se agota en lo que vemos y una renovada capacidad de valorar lo cotidiano.

He aprendido que no hace falta morirse para escuchar esos mensajes. A veces llegan en una mirada, en una canción que aparece justo cuando más lo necesitábamos, en el perfume de alguien que ya no está. Señales mínimas que nos recuerdan que seguimos acompañados, aun en la oscuridad.

No sé si algún día tendremos todas las respuestas. Tal vez la gracia de estas experiencias sea justamente eso: recordarnos que somos parte de algo mucho más grande, más vasto y más inexplicable de lo que alcanzamos a imaginar.

Y aunque no pueda explicar lo que vi, lo que escuché o lo que sentí, sé que esas huellas invisibles me sostienen cada día. Y quizás, contar estas historias, sea una forma de mantenerlas vivas.

Hoy sé que no hace falta explicarlo todo. Hay experiencias que existen justamente porque se escapan de la razón. Quizás lo importante no sea entenderlas, sino dejarnos atravesar por ellas. Porque cada señal nos recuerda que estamos conectados con algo más grande, con un entramado invisible que une a quienes estuvieron, a quienes estamos y a quienes vendrán.

El cantante británico Sting lo describe en su canción («Fragile«), cuando nos recuerda «How fragile we are«: cuán frágiles somos».

Tal vez ese sea el verdadero mensaje de quienes regresamos de ese umbral: la vida es frágil, pero nunca estamos solos en ella. Y así como la vida misma es un milagro, la experiencia que le sigue, sigue siendo un portal lleno de misterio. Lo que nos recuerda o invita a pensar que no todo acaba en este paso por la Tierra.

Por Lucía Ferraro – Red de Experiencias Cercanas a la Vida.-

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