Referentes del fact-checking y del sector periodístico coincidieron en que la inteligencia artificial se convirtió en el principal intermediario de la información, pero también en un amplificador de noticias falsas, mezclando fuentes fiables con contenidos manipulados y afectando la confianza pública.
La inteligencia artificial (IA) ya no solo organiza la información del mundo: también la distorsiona. Así lo advirtieron especialistas en verificación de datos y referentes del ecosistema periodístico, quienes alertaron que estas tecnologías, hoy convertidas en el principal motor de búsqueda, potencian la circulación de desinformación al mezclar contenidos verificados con materiales falsos o manipulados.
El análisis fue planteado por Martín Etchevers, presidente de la Asociación de Entidades Periodísticas de Argentina (Adepa); Cristina Tardáguila, fundadora de Agencia Lupa; y Franco Piccato, director de Chequeado, durante el panel “La tormenta perfecta: desinformación, plataformas e IA”, en el marco del coloquio internacional Periodismo, libertad y democracia, organizado por la Alianza de Medios MX y La Silla Rota.
Motores que mezclan todo: noticias serias, propaganda y fake news
Los especialistas coincidieron en que los sistemas de IA rastrillan información de medios profesionales, organismos oficiales y páginas que producen fake news sin diferenciar calidad ni procedencia. Esa combinación, presentada como una respuesta única y automatizada, genera una percepción distorsionada de los hechos y alimenta la confusión informativa.
Además, remarcaron que las compañías detrás de estos modelos no retribuyen a los medios por utilizar sus contenidos y operan sin transparencia respecto de cómo entrenan sus algoritmos o qué fuentes priorizan.
El origen de la “tormenta perfecta”
Etchevers sostuvo que la crisis actual se gestó hace más de dos décadas, cuando buscadores y redes sociales desplazaron el financiamiento tradicional del periodismo y concentraron la publicidad digital.
“Más del 80% de la publicidad está en manos de dos empresas”, señaló, y advirtió que los medios pasaron de “cobrar dólares analógicos a centavos digitales”.
La aparición de la IA generativa, agregó, profundizó esa dependencia y complejizó la negociación por el pago de contenidos, ya que las compañías tecnológicas argumentan que solo ofrecen “fragmentos” de información.
“Bienvenidos a la era de la duda”
Piccato, por su parte, presentó cifras alarmantes: los chatbots replican alrededor del 35% de falsedades presentes en la red y fallan en un 45% de las evaluaciones internas. “El 50% de los contenidos nuevos se genera sin supervisión humana”, sostuvo, señalando que estamos frente a un nuevo intermediario que condiciona cómo las personas se informan, muchas veces sin contexto y sin distinguir verdad de manipulación.
Según el especialista, la mayor amenaza no son solo las fake news explícitas, sino la creciente emocionalidad y politización de la información, que puede alterar debates cruciales como el cambio climático o la salud pública.
Fraudes y manipulación: el caso brasileño
Desde su experiencia regional, Tardáguila advirtió que la desinformación asociada a delitos y estafas crece de manera acelerada. En Brasil, detalló, la IA aparece en apenas el 7% de los mensajes generales, pero está presente en el 35% de las estafas por WhatsApp, donde se utilizan métodos engañosos similares a los empleados en campañas políticas.
“Hay personas que pierden dinero porque creen incluso que existe una cura milagrosa para enfermedades graves”, señaló.
La especialista recordó que las noticias falsas pueden circular hasta 14 días antes de ser desmentidas, y remarcó que sin fact-checking el ecosistema informativo queda desprotegido:
“Combatir la desinformación sin verificación es como un hospital sin médicos”.
Fuente: La Silla Rota





